martes, 27 de febrero de 2007

Mamá, papá: esto es un blog

Niña tras ordenador portátilBrecha. (Del fr. brèche, y este del franco breka, roto; cf. a. al. ant. brëhhan). 1. f. Rotura o abertura irregular.

Así de irregular es la brecha que divide a los digitalmente culturizados de los que carecen de conocimientos tecnológicos. En principio podría parecer que las principales diferencias se encuentran entre aquellos que tienen acceso a las herramientas digitales y los que no, es decir, diferencias entre desarrollados y subdesarrollados o en proceso de desarrollo. Pero los recursos no son los únicos que dilatan esta brecha digital: la edad también suma.

Nicholas Negroponte ya lo apuntaba en 1995 en su premonitorio Mundo digital, “la verdadera división cultural va a ser generacional”. Reflejaba Negroponte esta afirmación con un ejemplo muy corriente “cuando conozco a un adulto que me dice que ha descubierto el CD-ROM, deduzco que tiene un niño entre cinco y diez años” (recordemos que ya han pasado 12 años, en pleno ‘boom’ del CD, pero este caso se podría extrapolar perfectamente a la PDA o el MP3). Pero hoy, 27 de febrero de 2007, la evidencia de esta brecha que adelantaba el fundador del Media Lab es notable. Lo pone de manifiesto un informe sobre el perfil de los usuarios de Internet del pasado septiembre de 2006, realizado por Red.es. Este estudio revela que el 80% de los internautas es menor de 45 años y este porcentaje únicamente representa el 53% de la población total. No sólo eso, sino que el 60% de los usuarios de la red tiene menos de 35 años. La brecha se hace patente.

Pero la cultura digital no sólo es una traba más entre generaciones, sino que concede una gran ventaja a los más jóvenes, marginando a las generaciones anteriores por quedar obsoletas (como si de un PC viejo se trataran). Por ello los gobiernos se dan prisa en lanzar campañas de esas que cuestan millones y después nunca nadie conoce qué fue de ellas y cuáles fueron sus resultados. El tiempo apremia y no sólo porque la cultura digital descompensa la balanza a la hora de encontrar trabajo, sino porque el que se pierde este mundo, se convierte poco a poco en un analfabeto, en un inculto que deja atrás infinitas posibilidades de información, comunicación y entretenimiento.

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