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jueves, 10 de mayo de 2007

Soy bloguero, luego soy libre... ¿no?


Nos encanta gritar a los cuatro vientos que la red es el mejor altavoz de la libertad de expresión. Aquí todos decimos lo que queremos, sin nadie que nos cierre la boca. Falso. A día de hoy 65 ciberdisidentes han sido encarcelados en países donde la democracia brilla por su ausencia. 65 personas que, por expresar sus ideas, han acabado entre rejas. ¿Esta es la libertad de la que tanto nos gusta presumir?

El problema es tan preocupante que Reporteros Sin Fronteras se vio obligado a crear un manual para ayudar a los blogueros a esquivar la censura y escribir bajo el anonimato para evitar ser una de estas 65 personas que eligieron Internet como medio de expresión.

La cuerda se tensa aún más cuando los grandes gigantes (como Google) bailan el agua a los gobiernos antidemocráticos.

Internet nació como el medio de los medios, capaz de difundir cantidades ilimitadas de información por todo el mundo. Si dejamos que los opresores de la libertad también opriman la red, ¿qué nos queda? Sólo miedo.

miércoles, 14 de marzo de 2007

Googlebombs, ¿bombardeo a la credibilidad de Google?

Google censuradoPor la boca muere el pez. El buscador más utilizado por los internautas, Google, nació con la pretensión de no editorializar las búsquedas de sus usuarios. Eso fue antes de que apareciera el Googlebombs. Basándose en el propio sistema de búsqueda de Google, se descubrió que podían situarse ciertas páginas en las primeras posiciones de búsqueda utilizando determinadas palabras clave. Así, si introduce en el buscador la palabra “ladrones”, el primer resultado que le aparecerá será un texto de Merodeando por la Enredadera en el que Julio Alonso tilda de “ladrones” a la SGAE. O si por el contrario busca “estafadores”, la tercera opción a la que Google remite es la web corporativa de Telefónica de Perú.

Parece que el Googlebombing ha traído tantos problemas a Google, que a finales de enero, decidió cambiar el algoritmo de búsqueda para frenar este fenómeno. Técnicamente hablando no hay intermediarios que sitúen las páginas en la posición que crean conveniente. Para eso están las máquinas. Ismael El-Qudsi plantea que esta decisión puede poner en entredicho la credibilidad del buscador. De hecho, la pone. Porque si miles de personas deciden enlazar a una página con un determinado nombre, ¿por qué Google, puede cambiar esta decisión? Uno de los grandes estandartes de la libertad en la red, está ocultando la opinión de buena parte de los usuarios escondiéndose detrás de un algoritmo. Aunque esta no es la primera vez que Google cede en detrimento de la libertad de expresión.

Google le debe su poder a los usuarios, que como ya lo hicieron con el ‘bombing’, descubrirán una nueva forma de esquivar las trabas que se les pongan por delante.