La excusa ha venido que ni pintada: evitar el contagioso ‘happy slapping’ (grabar palizas con móvil o videocámara y después pasarlas a otros). Así, se ha aprobado una ley que prohíbe que los ciudadanos graben o difundan imágenes violentas, reservándose este privilegio a periodistas profesionales (por cierto, ¿quién es considerado periodista: quién ejerce como tal o quién tiene el título?). Las críticas no se han hecho esperar. Por una parte se denuncia lo absurdo de la ley, que prohíbe grabar este tipo de imágenes, pero sí que permite que se utilicen como “evidencia en las Cortes”.
Aunque, sin duda, la mayor preocupación es la que atañe a la libertad de expresión ya que esta ley se convierte en un gran obstáculo para el periodismo ciudadano. 16 años se han cumplido desde que un ciudadano grabara cómo varios agentes policiales de Los Ángeles propinaban una paliza a Rodney King. Incluso, como bien dijo Dan Gillmor en el I Congreso de Nuevo Periodismo, imágenes que han marcado la Historia, podrían no salir jamás a la luz. Un periodista no puede estar en todos los sitios a todas horas, pero gracias a las nuevas tecnologías, cualquier ciudadano puede denunciar casos de abusos. Por ello, el secretario general de la Federación Internacional de Periodistas (FIP), Aidan White, ha condenado esta ley y ha declarado que
Una traba más para el periodismo ciudadano y, por extensión, al derecho de la información y a la libertad de expresión por la que 200 años atrás, tanta sangre derramó el país vecino.
nadie sugeriría de manera seria penalizar la grabación de actos de
violencia, especialmente cuando tiene que ver con el escrutinio público de los
responsables por la ley y el orden público.
Una traba más para el periodismo ciudadano y, por extensión, al derecho de la información y a la libertad de expresión por la que 200 años atrás, tanta sangre derramó el país vecino.
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